jueves, 18 de octubre de 2007

LA INDIGESTIÓN DEL PA

Casi tres meses después de la celebración de la las elecciones municipales al partido andalucista aún le dura la resaca del duro varapalo que sufrieron en las urnas a manos de una ciudadanía que, más que necesitada de besos y abrazos, demandaba de sus representantes políticos trabajo y educación.
Cualquier otro partido medianamente organizado hubiese hecho lo que procede cuando se sufre una derrota electoral de semejante calibre: hacer autocrítica y asumir responsabilidades vía dimisión. Máxime si tenemos en cuenta que quienes han llevado al PA a la debacle producida son principalmente personas que llevan en la política municipal veinte años. Tanto el Sr. Ponce Fernández como la Sra. Liñán Castro son responsables directos de los malos resultados cosechados en las pasadas elecciones municipales, y después de ése largísimo ciclo de años antes mencionados, no van a ser garantía de futuro de nada.
Viene ello a colación por la intolerable injerencia que han cometido al cuestionar la decisión de nuestro Alcalde al nombrar a su Junta de Gobierno Local, algo que le compete a él en exclusiva según la Ley y que nos consta que la ha constituido buscando lo mejor para nuestro pueblo. Y van más allá al tratar de ridiculizar burdamente a nuestras concejalas, ya que con sus críticas no buscan defender un derecho, sino intentar menoscabar su figura con burla y escarnio. Y estos son los que con la boca chica quieren hacernos creer ahora que son los paladines en la defensa del papel de la mujer en la vida política. Más les hubiese valido tener los arrestos suficientes para que las mujeres de su partido, el partido andalucista, hubiesen tenido durante larguísimos años el derecho a tomar decisiones libremente, algo que siempre fue acallado con la bota apisonadora de un poder absolutista y unipersonal. Pero difícilmente iban a poder reclamar libertad de expresión y opinión para las mujeres andalucistas cuando ni tan siquiera para ellos han sido capaces de mantener un mínimo de dignidad ante el caudillismo imperante en sus filas.
De todo ello sacamos una preocupante conclusión: Aún les dura la indigestión de la derrota electoral. Mientras no sean capaces de hacer autocrítica y aceptar el mal resultado electoral, difícilmente podrán diagnosticar sus males y aplicar el necesario bisturí político. Seguramente recurrirán a lo de siempre, si es que no lo han hecho ya. Se reunirá la famosa “mesa nacional” con sede social en su famoso taxi, y después de haberse reunido consigo mismo el mandamás de turno, decidirá por unanimidad aplastante que la culpa es del pueblo que los ha engañado. Y así piensan en seguir en política otros veinte años más hasta completar cuarenta. A este paso serán los concejales más viejos y pesaos de toda Andalucía, y si no al tiempo. Y además tienen la desfachatez de decir que el Presidente Chaves tiene que irse porque lleva mucho tiempo en el cargo. Doble rasero de medir para unos nacionalistas de vía estrecha que no acaban de aceptar que el pueblo andaluz no confía desde nunca en una clase política que lleva tropecientas travesías por un desierto que constituye su hábitat natural.